miércoles, 15 de mayo de 2013

Crisis alimentaria


El fin de los alimentos baratos: Los precios de los alimentos se han duplicado en solo una década. Esta escalada de precios anuncia el fin de los alimentos baratos a través de dos crisis en menos de tres años (2008 y 2011), dejando en evidencia la incapacidad de algunos países para adaptarse a la nueva realidad y sobrepasando la cifra de mil millones de hambrientos.
No es un problema de cantidad sino de acceso a los alimentos. A pesar de que en 2010 ha aumentado la producción agrícola y  ha mejorado la disponibilidad de alimentos per cápita, la desnutrición crónica ha subido hasta un 20% en todo el mundo. África Subsahariana es la región más castigada (37%) a pesar de haber tenido un crecimiento del PIB del 4,7%.
Afecta más a quien menos tiene: La crisis de los alimentos ha afectado especialmente a los países de bajos ingresos y déficit alimentario, ya que incide directamente sobre la seguridad alimentaria de una población que, además, carece de un sistema de protección social que amortigüe el impacto.
La crisis mundial de alimentos impacta con virulencia sobre la seguridad alimentaria de los países de bajos ingresos y déficit alimentario. Aquellos que dependen más de los precios de los alimentos para comer o para generar ingresos han sido las principales víctimas.
Aunque la subida de precios ha sido generalizada para todas las materias primas, son las de uso alimentario las que más afectan a los más pobres. En los hogares de los que menos tienen se destina hasta un 75% de sus ingresos en alimentos, frente al 15% que se destina en Europa.
Casi 6 millones de haitianos, el 70% de la población del país, vive en la pobreza. Ganan tan poco que tienen que gastar casi todos sus ingresos en comida. La reciente subida del precio de los alimentos los ha llevado a una situación desesperada. El arroz, un producto básico de la dieta en Haití, ha triplicado su precio en tan breve periodo de tiempo que las comunidades no han podido adaptarse a esta nueva situación.
Es una crisis vinculada a la crisis financiera, energética y medioambiental que sufre el sistema internacional. Es una crisis cíclica que no cesará hasta que los precios de los alimentos alcancen el precio debido en consonancia con el resto de materias primas.
La complejidad causal de la crisis de la subida de precios de los alimentos se ha denominado la Tormenta Perfecta y se vincula directamente la subida de precios de los alimentos con la subida del precio del petróleo.
La especulación financiera amplifica los precios de los alimentos y se suma a otros factores que potencian la crisis. Los especuladores financieros encuentran en los alimentos un activo con el que negociar y lucrarse, causando inestabilidad en los precios de los alimentos y elevando aún más su coste.
Los actores del sistema mundial de alimentos tienen dos tipos de responsabilidades. La política que debe decidirse en las instituciones internacionales y estados sobre la gobernanza del sistema y la del funcionamiento del propio sistema alimentario que deben asumir los productores, distribuidores y consumidores finales.
El sistema de la ONU resulta insuficiente para garantizar la gobernanza y sostenibilidad del sistema alimentario. Las instituciones financieras y el poder económico marcan ritmos de inequidad y deficiencia en contra de más de un millón de personas y a favor de unos pocos.
Para alimentar a 7.000 millones personas que aproximadamente viven en la Tierra intervienen 1.500 millones de productores en el sistema mundial de los alimentos. Tan sólo 500 empresas controlan y deciden sobre el 70% de la producción de todo el planeta.
La crisis alimentaría tiene un clara incidencia sobre el desarrollo y seguridad tanto a nivel local como global. El comportamiento de los mercados internacionales de alimentos incide directamente sobre los mercados regionales y locales y, aunque con distinta repercusión, a ninguna economía deja indiferente una subida tan brusca de los precios en los alimentos más básicos.
La factura de alimentos será más alta: El incremento de los precios internacionales de los cereales hará que el coste de las importaciones de materias primas agrícolas se eleve y coloque en posición deficitaria la balanza comercial de muchos países en desarrollo, a su vez principales importadores. Se pagará más por menos debido a la inflación.
El nuevo colonialismo subyace como efecto perverso de la globalización. La importación de alimentos genera la dependencia del consumo de productos que sustituyen a los productos locales. Éste hecho, unido a otros más complejos de índole político como la enajenación de las tierras, hace que los precios de mercado en moneda local sean incluso más altos que los precios internacionales.
La Cooperación Internacional al Desarrollo debe concentrar mayores esfuerzos en garantizar la seguridad alimentaria: En 2004 se dedicó a la agricultura de los países más pobres un 3,5% en 2004 frente al 18% que destinó en 1979, a pesar de que la cantidad total en este mismo periodo tuvo un incremento del 250%. Se deben garantizar redes de seguridad alimentaria a nivel nacional.
La distribución de los alimentos y los precios locales son la clave. Según Luis Bilbao, Economista, lo importante para solucionar el problema del hambre es que el aumento de la producción esté en los lugares donde hay más hambre y no en las manos de las grandes empresas que provocan grave inestabilidad política.
La dependencia alimentaría provoca una grave inseguridad alimentaria. La gestión de los recursos debe garantizar el derecho a la alimentación a través de mejoras en las políticas públicas de agricultura y de seguridad alimentaria, al mismo tiempo que se incrementa el ingreso per cápita que garantiza un mayor acceso a los alimentos a toda la población.
La crisis mundial de alimentos exige una movilización de recursos que apoye a los países de bajos ingresos y déficit alimentario a adaptarse lo antes posible a los nuevos precios. Es decir, garantizar el acceso a los alimentos de la población más vulnerable con responsabilidad de estos estados e implicación de la comunidad internacional. Del mismo modo debemos conocer las causas para incidir sobre ellas.
La sociedad civil y la opinión pública deben exigir que los compromisos internacionales se cumplan.
La solución para salir de la crisis alimentaria exige un cambio en las políticas agrícolas y para ello es necesario que las instituciones financieras internacionales y los organismos mundiales
de desarrollo dejen de tener el poder que tienen actualmente. Habrá que resolver tres temas que están interrelacionados: tierra, mercados y la agricultura misma.

Fuente: Crisis mundial de alimentos: alternativas para la toma de decisiones; Kattya Cascante Hernández
Ángeles Sánchez Díez

miércoles, 1 de mayo de 2013

Industria española


En el cambiante contexto internacional, nuestra industria ha perdido en los últimos años gran parte de la ventaja comparativa en costes (fundamentalmente salariales) respecto del pasado, y a favor de países emergentes, dando lugar al fenómeno de “deslocalización de las industrias”.
Su definición en sentido amplio o general, sería el cambio de situación espacial de una unidad productiva (de una entidad o de un sector). En un sentido más restringido, se trata del cierre de una unidad de producción en territorio nacional seguida por su reapertura en el extranjero, con el propósito de reimportar en territorio nacional los bienes productivos de los países que los producen con menos costes. Obviamente, la 
consecuencia inmediata es la desindustrialización, retroceso o disminución relativa de 
la participación del sector industrial en el conjunto del empleo total de un país.
Dentro de este panorama mundial de países que tienen unos costes más ventajosos 
que nosotros, solo nos queda jugar con la baza de que hoy los consumidores cada 
vez están más preocupados tanto por la calidad o rendimiento de los productos 
que adquieren, como por el cumplimiento en la fabricación del producto de condiciones de trabajo responsables, de respeto al medioambiente, y de una utilización 
eficiente y sostenible de los recursos. Hablamos de factores de competitividad como 
la diferenciación del producto basado en la marca, variedad, calidad del diseño y 
confección, y el precio del producto, sin dejar de lado otros factores relacionados 
con el servicio al cliente.
En definitiva, frente a una política centrada en los precios, la consolidación de una 
estrategia competitiva basada en la diferenciación del producto, con la finalidad de 
retener y promover el desarrollo industrial, puede potenciar la productividad de los 
factores empleados y su flexibilidad, y ello con la finalidad de lograr una industria 
competitiva de forma sostenible.
La política económica debe combinar incentivos a los empresarios españoles que 
ubiquen sus centros productivos en nuestro país, junto con una capacidad de atracción de capital nacional y extranjero que posibilite el desarrollo de actividades de 
alto valor añadido. Dentro de ese contexto, se debe garantizar una estabilidad institucional y macroeconómica y el buen funcionamiento de los mercados de bienes y 
servicios, centrándose para ello en el fomento de actividades de I+D+i y la inversión 
en capital humano.

*Este fragmento lo he sacado integro de la revista sobre economía "balance" escrito por María del Mar Ramos Pastor ya que explica de una manera muy clara la situación de la industria española y hacia dónde vamos.